Por: Mario Alberto Macías Palma
Ni tan “escondidito” como parece se tenía el gobierno del estado la entrega de los medios de comunicación electrónicos institucionales a una empresa privada, pues desde hace más de un año ya había quienes acusaban la maniobra privatizadora, pues esas voces de verdad aprecian a la radio y la televisión de Tlaxcala.
A este columnista llagaron las voces conocedoras de dentro y de fuera que señalaron a la titular de la Coordinación de Radio, Cine y Televisión de Tlaxcala del gobierno del estado de Tlaxcala (Coracyt), Elia Sánchez González, que por segunda vez tomaba el cargo no tenía el menor interés de trabajar por esta dependencia, menos defenderla.
Elía, hizo de Coracyt su feudo en las dos ocasiones en que fue designada coordinadora tanto por Héctor Ortiz como por Lorena Cuellar, ya como directora, posición que de suyo es la negociación con Beatriz Paredes, o sea que no es porque se la haya ganado, por ende tampoco interesado.
Ahí Sánchez corrió a personal de un plumazo en enero de 2005 y en 2022 hostigó hasta el despido a experimentados miembros del gremio televisivo, sólo porque le señalaron que no hacía nada por innovar, ampliar, crecer o fomentar un mejor servicio de televisión pública. Lo cual acusaron -lo presencié- ante la propia gobernadora, quien desoyó a los quejosos.
Lo que pasaba es que la mandataria estatal tenía claro, lo que ya se perfilaba, pasar estas concesiones del espectro televisivo y las ondas hertzianas a manos privadas, en una suerte de privatización.
Empresa que no por nada ha tratado de manera excepcional a Cuellar Cisneros; incluso a donde la gobernadora mandó a su secretario de medio ambiente a defenderse de la acusación de deudor de pensión alimenticia.
A dos años del gobierno de Lorena Cuellar, sutilmente, o más bien en secreto, sin una versión oficial, sin información clara, oportuna, transparente, amplia u honesta, y eso que hacen y envían boletines hasta por la más ínfima acción del funcionario X, pero sin nada que informe de quién, cómo o porqué, a razón de cuánto o de qué se da un primer paso de app en patrimonio público.
Así es como los tlaxcaltecas son sorprendidos por las nuevas voces en la radio que apuntan a un giro de timón con nuevo capitán. Por mucho o por poco que esos medios signifiquen en la competencia mediática, son, ¿o eran? de los tlaxcaltecas, no de la gobernadora ni de la personera de la Doña de Tizatlán.
Es un gran Premio, como los añejos premios que el otrora medio poderoso de la familia Alarcón daba cada año que paradójicamente es con el mismo nombre a lo más destacado del país:
Este galardón que en su nominación llevaba el prestigio, sería por “el mejor” ¿secreto?, ¿negocio?, la mejor ¿concesión? o el mejor ¿contubernio? No sé, pero…
El HERALDO de este año es paraaa… EL HERALDO
Esgrima…
Nada extraordinario con la visita de Claudia Sheinbaum a Tlaxcala. Todo fue lo esperado con leves observaciones:
1.- Acarreo masivo; eso sí bien organizado, pero asistentes desganados, por lo menos acalorados.
2.- Cargada oficial o oficiosa; los obligados y los esperanzados en chamba-candidatura. Todos, marcelos, monreales, velazcos, noroñas, neoaliancistas, lupitos, dulcessilvos, verdes, rojos, de mole y de manteca.
3.- Gasto excesivo; no tanto; tal vez en las pantallas; 7 mil sillas dice El Patrón; Poncho Chico dice 8 mil; la lona necesaria. Faltó el lunch, por lo menos no fue evidente.
¿El uso del recinto ferial cuesta?
4.- Tal vez lo que SÍ fue una sorpresa que el evento se desarrolló con puntualidad.
5.- El baño de Pueblo no duró mucho, las selfies no superaron los 15 minutos del templete al vehículo. Ahí si que AMLO le hubiera dedicado más tiempo.
(El record en Tlaxcala es de 3 horas de selfies de Antonio Meade en 2018)
6.- Discursos muy acartonados, repetitivos, sobre todo triunfalistas; peero, sin duda Es Claudia la próxima presidenta de México.